EFECTOS DEL ANTI-MAQUETISMO

“Es una verdadera pena los estragos que ha hecho en una buena parte de la juventud bilbaina esa estúpida campaña anti-maquetista, que no es aquí más que el reflejo de un movimiento análogo que enfrente del socialismo internacional y cosmopolita se está verificando en mucha parte de Europa. Por anti-maquetismo se han destrozado obreros italianos y franceses, cegados por predicaciones interesadas de la burguesía; por anti-maquetismo malgastan sus entusiasmos no pocos alemanes, por anti-maquetismo retardan la hora de su emancipación no pocos eslavos.
Es la táctica del capitalismo burgués, hacer creer al trabajador que su enemigo es el trabajador de otros países, como se empeñan en hacer creer al pobre labriego que los males producidos por la renta y la apropiación del suelo son males debidos al librecambio. En todas partes sucede que los directores y guiones de esos movimientos proteccionistas, nacionalistas, regionalistas o anti-maquetistas (diferentes fases de un mismo sentimiento repulsivo y bárbaro), son o dueños de tierras o servidores de ellos o explotadores de la renta nacional.
Lo peor acaso del anti-maquetismo aquí es que absorbe las energías anímicas de no pocos jóvenes y desgasta sus entusiasmos y que, a la vez, halagando la natural pereza intelectual y manteniéndoles en el error y la ignorancia, les impide el que se pongan a estudiar el carácter y naturaleza del malestar que aquí, como en otras partes, se siente, y procuren rebuscar sus causas.
Si es enorme la cantidad de errores históricos que se han vertido y se vierten en esa campaña, repitiendo una vez más, sin crítica alguna, el aluvión de patrañas que acerca de la historia de este país corren por librotes no por indigestos menos superficiales, es mucho mayor la ignorancia profunda que se muestra de las leyes sociológicas del desenvolvimiento de los pueblos y del proceso económico moderno.
Lo que más claro se ve en el fondo de esas declaraciones en contra de la invasión es la más crasa ignorancia acerca de los caracteres y las causas de la invasión misma. Y es natural, un cualquiera, aficionado a esto o lo otro, conocedor más o menos profundo de tal o cual cosa, se mete sin ton ni son, sin noción alguna de las leyes que rigen la vida de los pueblos, a hablar de lo que cree ver en derredor, como si la vista no necesitara educarse y sobre todo la vista intelectual. Coge cuatro cosas descosidas, se fija en tal o cual hecho que le ha molestado personalmente, se acuerda de que un forastero le quitó la novia o un empleo, o de cualquier otro fenómeno social tan importante como éste, y ya le tenemos metiéndose a hablar de lo que no entiende y descubriendo el origen de nuestros males. Mejor harían esos tales ponerse a tocar el violón o a averiguar cuál es el mejor acompañamiento de la limonada.
Y lo triste es que una porción de jóvenes, muchos más que lo que creen esos graves sujetos que afirman que no tiene importancia aquí el anti-maquetismo, y es lo triste, decimos, que una porción de jóvenes se entusiasman de esas inepcias y a tal punto se les trastornan el seso y los sentidos, que salen de aquí, se van a Maquetania, y empiezan a delirar y ver visiones y a relatar lo que nunca han visto y hasta mentir descaradamente, porque no otra cosa es atribuir al prójimo caracteres que se sabe no le competen tan sólo por fuerza del consonante.
Entre tanto, esa desagraciada juventud no se para a estudiar la sociedad que le rodea ni a pensar en ello, ni siente el más pequeño impulso de enterarse de los frutos de la investigación sociológica. Le basta con las cómodas y estúpidas doctrinas del antimaquetismo.
Precisamente porque tales doctrinas, monopolizando los entusiasmos de la juventud que cae en ellas, le apartan de fijarse en el verdadero problema, es por lo que las miran con simpatía y las dejan pasar sin protesta los que más debieran oponerse a ellas.
Advertía en cierta ocasión un amigo nuestro a un señor su conocido, de que se daba con sobrada frecuencia a la bebida un muchacho sobrino del tal señor, a lo cual le contestó éste: «Más vale eso que no el que se inficcione de malas doctrinas; necesita alguna válvula de seguridad». Así discurren por dentro los que dejan pasar el que se emborrache gran parte de la juventud bilbaína con el veneno del anti-maquetismo.”
[Reproducción del artículo del mismo título de Miguel de Unamuno en La Lucha de Clases, 9-11-1895]

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