SOCIALISMO Y LOCALISMO

"Llego a cumplir mi ofrenda anual para con La Lucha de Clases, ese semanario en que adiestré mi pluma, en que afilé mi arma antes de esgrimirla en otros campos. Y al llegar esta visita de cada año a este mi viejo rincón, tan lleno de recuerdos, no puede ocurrírseme sino hablar en él de algo que se refiera a ese mi rincón natal, a ese mi Bilbao donde este semanario se publica.
Movimiento internacional, movimiento mundial es el Socialismo, pero en cada nación, en cada comarca, en cada pueblo, tiene que tomar un cierto tono y preocuparse de las cuestiones especiales que a aquella nación, a aquella comarca o a aquel pueblo agitan e interesan. Otra cosa no sería sino cernerse en abstracciones vanas, hacer álgebra en vez de hacer aritmética social. En la vida hay que sumar con números y no con letras. Demasiado se ha cernido el Socialismo en problemas abstrusos y demasiado ha sufrido las consecuencias del espíritu sobradamente metafísico del robusto pensador que le dió su fórmula más comprensiva.
Y ahí, en Bilbao, se presenta un problema, y es el del llamado nacionalismo o bizkaitarrismo, que estaría mejor llamar bilbainismo, y frente a él y respecto a él es menester que los socialistas, además de adoptar la franca posición que han adoptado, adopten otra de estudio. Con sólo observar que ese llamado nacionalismo surte sus filas principal y casi exclusivamente con hijos de la clase media, se ve bien no poco de sus tendencias, pero es preciso mirar más de cerca y ver si hay en ellas algo de aprovechable.
El llamado nacionalismo bizkaitarra implica una protesta contra un estado de cosas existentes y, sea cual fuere el remedio que quiere dar al mal de que se queja, es un deber del socialismo vizcaino el de estudiar el fondo de esa protesta. Porque podría muy bien suceder que hubiese no pocos que mientras creen protestar de una cosa, protestasen en realidad de otra muy distinta.
El Socialismo y el bizkaitarrismo han seguido en Bilbao una marcha paralela, aunque oponiéndose, pero es menester no perder de vista que una de las más hondas colaboraciones entre las ideas es la colaboración por oposición.
El llamado nacionalismo vasco no sabe lo que quiere. Es un movimiento sentimental, a las veces pasional, pero no es algo que puede formularse en programa político, y menos en progrmaa social. Todas las formulaciones que de él se han dado hacen reír de puro candorosas y no pueden satisfacer sino a espíritus infantiles, rebostantes de inocencia mental, que se contentan con cuatro vagos lugares comunes y una historia fantástica. Lo de volver al régimen del año tal o cual es una ocurrencia tan soberanamente pueril que resulta extraordinariamente amena. En cambio, lleva ese movimiento pasional consigo cierta poesía, cierto ímpetu, cierto misterio de que, hay que confesarlo, no abunda el Socialismo.
Y, ¿no cabría traducir el Socialismo al espíritu vasco? No quiero decir al vascuence, nada de eso, sino al espíritu vasco. A la mejor y mayor expansión del Socialismo en Vasconia le ha perjudicado el que los más de sus primeros apóstoles y propagandistas ni eran del país ni conocían el espíritu de éste. Y no hay modo de hacer fructificar una doctrina, por universal que sea, sino sólo injertándola en sentimientos locales.
Y basta. El que quiera entender, que entienda."
Miguel de Unamuno, en La Lucha de Clases, nº 597, 24-IV-1906
La cuestión principal, a mi entender, en este artículo, está en dirimir qué quiere decir Unamuno con "espíritu vasco". Porque, como se ve, descarta de ello al vascuence: "nada de eso". Por lo tanto, ¿de qué nos habla aquí el autor?
Y por lo que respecta a la ausencia de gentes del país en el socialismo, es cierto que en la primerísima hora del socialismo vizcaíno, el de los Perezagua y demás, no había vascos, salvo Felipe Carretero, que hablaba euskera, como sabemos por Antonio Rivera en su libro Señas de identidad: izquierda obrera y nación en el País Vasco 1880-1923. Pero en la época en la que escribe Unamuno ya se sabía de los Meabe, Madinabeitia, Amuátegui y demás pioneros nativos del socialismo vasco. Por lo tanto, ¿a qué se refiere Unamuno con el "espíritu vasco" que necesitan los socialistas vascos para entender mejor lo que pasa aquí?

3 comentarios:

Monsieur de Sans-Foy dijo...

Querido Pedro José:
Le respondo aquí a su comentario en mi blog:

Completamente de acuerdo en “lo que falta” en mi Larga Marcha de los vascos:
La mitad del problema nacionalista –pues problema es para quienes no lo somos- es EL RESTO. Eso que mi buen amigo Benjamingrullo llama certeramente “Apaña”.
El apañol es “comprensivo” con todo lo que no le afecta a la cartera, a la suya, y ahora mismo.
¡Qué más da el idioma en el que estudien los hijos de otro! “Pues, si son vascos, tendrán que estudiar en vasco, ¿No?”. Una lógica aplastante. Y de esos hay once millones. Por lo menos.

Abate Marchena dijo...

Perdona, pero tienes un problema. Eres monotemático y debes de haber sufrido mucho inutilmente con el nacionalismo vasco.

El nacionalismo, cualquier nacionalismo es excluyente. A mayor tamaño de la Nación, mayor problema crea en sus ciudadanos.

Olvídate del nacionalismo.

Pedro José Chacón Delgado dijo...

A ver, Abate, no sé qué te molesta más, si el nacionalismo como tal o que yo (o cualquiera) me ocupe de él. A veces me dá la sensación de que te molesta más lo segundo que lo primero.

Ocuparse de un tema como éste no creo que sea baladí ni absurdo ni que uno tenga un problema.

Bueno, el problema lo tengo yo y todos los que padecemos los efectos de esa ideología. ¿Lo de haber sufrido mucho es razón suficiente para no ocuparse de un tema? Bueno, ya sé que los problemas no son equiparables, pero es como si les dijeras a los judíos que no se ocuparan del nacismo, que son monotemáticos y tal.

Bueno, a pesar de todo, seguiremos.

Un saludo maketo.