LAS PRUEBAS


"Diferentes veces nos hemos ocupado de las proporciones que en estos últimos años ha alcanzado en nuestro país la inmigración de elementos completamente extraños y hasta opuestos a nuestra raza y peculiar manera de ser. Tal vez lo que respecto de este particular tenemos manifestado se haya calificado por algunos de exageraciones de fanático o de pesimismos de desesperado, pero ni nuestras amarguras llegan hasta el extremo de hacernos perder toda esperanza, ni nuestro entusiasmo por la idea que defendemos llega a oscurecernos la razón. Y para que se vea la verdad de lo que decimos y de lo que antes de ahora tenemos expresado, vamos a poner de manifiesto la prueba más palpable y que menos puede dejar lugar a dudas. Contra los datos estadísticos, contra la prueba de los hechos, todo argumento cae por su base. ¿Y qué nos dicen esos datos? Por capricho se nos ocurrió leer el otro día en un diario local la relación de los matrimonios habidos en nuestra villa el día 18 del corriente mes. Once matrimonios se verificaron en dicho día. He aquí los apellidos de los contrayentes: Penen, Fallo, Sagasti, González, Lara, Mazón, Alzola, Urúburu, Pérez, López, Iturbe, Martiles, Andrés, Ducal, Fernández, González, Martínez, Rodríguez, Robredo, Bareño, López y Martínez. De veintidós, solamente cinco apellidos vascongados; los demás de la otra banda. ¿Hay prueba más concluyente que ésta de que en nuestra villa la inmigración de elementos extraños ha llegado a grado tal que ya no cabe dudar siquiera de que los de casa somos los menos y los de fuera los más? ¿Cabe dudar ni por un momento siquiera, después de esto, de la razón que nos asiste al estar un día y otro lamentándonos de las proporciones exageradas que esa inmigración ha tomado?

Pero aún hay más. Pudiera acaso decirse que la casualidad ha hecho que se casaran en un mismo día más gentes de apellido erdérico que de euskérico. Pudiera ser. Pero también es casualidad que al ocurrírsenos dos días después leer la lista de fallecidos nos encontráramos con los apellidos siguientes: Larrea, Pérez, González, García, Mañas, Polanco, Miguel, Gorostegui y Martínez. Y ante esto ya no hay casualidad posible. Hubieran sido muchas casualidades. Esta lista de fallecidos guarda relación íntima con la de matrimonios. Una y otra se completan para demostrarnos de una manera terminante, incontrovertible e indubitable, que ya aquí, en Bilbao, la raza euskalduna está en minoría, y el castellano o como quiera llamársele, en gran mayoría. Con razón se califica a sí mismo un amigo nuestro de extranjero en su tierra.

¿Qué falta después de esto? Muy poco. Hay un refrán que dice así: De fuera vendrá quien de casa te echará. Todavía no hay llegado a esto, pero camino de ello parece que van. Si no nos echan, como al fin y al cabo se están quedando con todos los destinos, cargos, oficios, profesiones, etc., etc., se dará el caso, más tarde o más temprano, de que las necesidades y el hambre nos obligarán, a los que hemos nacido en esta hasta los tuétanos maketizada villa de Bilbao, a emigrar de ella marchándonos a Alaska en busca de oro, o a colonizar las extensas llanuras de la Mancha.

Que allá, allá se andarán."

Euskalduna, Bilbao, nº 86, 24 de abril de 1898

"DE FUERA VENDRÁ..."

Comedia en tres actos de Sabino Arana Goiri, fechada entre 1897-1898 por José Luis de la Granja, que la rescató de las catacumbas archivísticas de Salamanca, tal como él mismo nos lo relata en el prólogo donde presenta, anota y estudia esta obra:
Sabino Arana Goiri: “De fuera vendrá...”, San Sebastián, Haranburu, 1982:

“En junio de 1980 el autor de estas líneas se hallaba investigando sobre el nacionalismo vasco en la II República en el Archivo Histórico Nacional – Sección Guerra Civil, existente en Salamanca, y encontró allí, entre su rica y abundante colección de folletos, dos textos –uno político y otro literario- de Sabino de Arana Goiri no incluidos en sus Obras Completas (Sabiandar-Batza, Bayona-Buenos Aires, 1965).
El primero de ellos se titula Textos políticos. Consejo Regional Vasco... (...) El segundo texto es la comedia De fuera vendrá... (que sigue sin figurar en las O.C. [el autor se refiere, obviamente, a la nueva edición de las mismas de la editorial Sendoa, de Donostia, de 1980, en tres volúmenes]), cuya edición anotada y su estudio histórico-crítico constituyen el objeto central de este libro. (De este folleto, a más del ejemplar guardado en el Archivo de Salamanca, he localizado otro –al que le falta la portada- en la Sección Vascongada de la Biblioteca Provincial de la Diputación de Vizcaya y un tercero en la Institución Sancho el Sabio de Vitoria. También Jon Bilbao posee uno en su biblioteca de Guecho).” (21-22)

La autoría de esta obra por parte de Sabino Arana queda, en el estudio de José Luis de la Granja, fuera de toda duda, como luego lo han corroborado el resto de especialistas, empezando por Javier Corcuera, autor del prólogo de esta edición.

En esta comedia de Sabino Arana Goiri aparece el término MAKETO o similares en las siguientes ocasiones:

DON CÁNDIDO: (...) “Pero que nos vengan diciendo que si las razas son distintas... que si este país ha sido siempre independiente... que si hay motivos serios de religión y moral, porque los maketos (¡ésta es su culta terminología!) nos traen el descreimiento y la corrupción de costumbres... que si no somos españoles ni lo hemos sido nunca, y constituimos por natural derecho nacionalidad aparte... Que estas cosas nos digan a nosotros, que hemos conocido los Fueros y sabemos lo que son...” (66-67) (puntos suspensivos del original y así en los restantes que siguen salvo los que van entre paréntesis)

IGNACIO: “Pero, si he de hablarte ingenuamente, no la comprendo. ¿Qué te importa a ti que ese tío maketazo acompañe a mi hermana, si no se la ha de llevar?” (75)

JUAN: “Bueno; ahora suponte el otro caso: que Anita prefiera al maketo, aún alcanzando yo ese empleo.” (76)

JUAN: “¡Hum! Esto no me hace mucha gracia... En las cartas últimas le llamaba el maketo... ahora ya le llama don Filomeno... y dice que es muy fino... y entra en su casa... y ha estado ya dos veces convidado...” (80)

JUAN: “Sí... la plaza no creo que me la llevará ninguno de esos sete maketos, por más de que uno de ellos dice que ha estado empleado en la Diputación de Murcia.” (86)

JUAN: “(Aparte) Este me servirá. Antes le enviaba por el correo o le daba yo personalmente las cartas. Pero por el correo no me atrevo desde que me sorprendió su padre; y personalmente no puedo, porque no encuentro ocasión hace tiempo. De su hermano nunca he querido valerme porquen o me parece bien. Así es que tengo que echar mano de uno de estos maketos, porque los vascos no valen para estos oficios.” 95

IGNACIO: (...) “Mas ¿será posible que un español entre en mi familia? ¿Será posible que mi única hermana venga a ser mujer de un maketo? (...) Pero ¿cómo? ¿Estoy viendo visiones? ¿Qué es esto? Tú también aquí... tú también a arrebatar el pan que pertenece a mi amigo... ¿no eran bastantes los siete españoles que en un principio se presentaron y has venido tú a última hora... y tú... tú, miserable maketo..., tú precisamente?” (111)

Total, siete apariciones del término “maketo” y una de “maketazo".
* * *

Además aparecen otras alusiones despectivas del mismo estilo, sin utilizar el término maketo, en los siguientes casos:

IGNACIO: (...) “¿Cómo quieres que ahora te sustituya por otro, y más siendo el nuevo un español de típica cepa, ella, que siempre se ha mostrado tan nacionalista como nosotros?” (77)

JUAN: “Aquella bandera española que, al sentir el torpe beso del Eolo de su patria, se agita voluptuosamente, y ya se despliega y eleva sobre el asta de popa que la suspende para recordarme su dominación en esta tierra nuestra, ya se repliega con sarcástico gesto de famélica arpía... ¡se está burlando de mí! Y este mismo viento español que parece salido de los infiernos... si muge con salvaje complacencia al precipitarse por las angostas calles pobladas de latinos, y desgaja y derriba con jactanciosa facilidad las ramas de nuestros viejos robles, y silba frenéticamente al chocar en los hilos eléctricos que se cruzan y entretejen sobre los lujosos hogares de la rica villa... ¡es porque se está burlando de mí!...” (79-80)

IGNACIO: “Muy sencillo: Ana le habrá hecho algún nuevo desaire, y el señor Cordero, burgalés, no habrá tenido ya alma para aguantarlo.”
JUAN: “Mucho me extraña eso en un español.” (86)

CORDERO: (...) “Se conoce que el bárbaro ese de la boina la había hecho tilín. ¡Ca! Si me hacía hasta desprecios... Pero hay que tener aguante para todo, aguante de español y parla, fina parla castellana. Y luego... este gracejo que tenemos para hablar los que hemos estado en Andalucía...” (89)

CORDERO: (...) “...subí al segundo piso, donde vive la familia leonesa amiga mía, y recogí la carta dirigida por el boinaza a mi amada y la peseta que la acompañaba, diciendo que la carta era mía y que había sido entregada allí equivocadametne y que la peseta era para la criada del primero, y si luego le refiero cómo me guardé la peseta y me serví de la misma carta del boinaza, para pisarle como a un sapo, borrando de ella lo que me pareció oportuno... ¡ca! No puede ser, porque este don Inocencio es un beato, y yo desmerecería acaso en su concepto, por más de que la cosa sea la más sencilla y natural del mundo y de la clase de ardides que en mi tierra se emplean corrientemente en semejantes casos.” (104-105)

CORDERO: (...) “Pero según luego me refirió el mozo, parece que el de la boina le salió al encuentro en la misma puerta de casa de Anita, y habiéndole preguntado a dónde iba, qué llevaba y quién era el remitente, y sabido todo por ese estúpido gallego, le convenció a éste de que era íntimo amigo mío... (...) Dicho y hecho: el animal del gallego se lo cree todo y arrollando la carta...” (107) (puntos suspensivos míos)

IGNACIO: (...) “... pero ¡tanto venir a cualquier hora ese español a casa...” (110) (puntos suspensivos finales míos)

JUAN: (...) “Desde que ese victorioso español apareció por tu casa, dos cartas he escrito a tu hermana y no he obtenido contestación...” (113) (puntos suspensivos míos)

IGNACIO: (...) “Don Crisóstomo: en usted vemos nosotros no sólo un digno ministro del Señor, un ejemplar sacerdote bizkaino, sino un verdadero amigo nuestro, un padre de nuestras almas, y estamos obligados a revelarle a usted el firme propósito que tenemos de marcharnos lejos de esta Patria nuestra, más vilipendiada por sus mismos hijos que por los extraños...” (115) (puntos original)

DON CRISÓSTOMO: “Mirad hijos míos, no puedo aconsejar que hagais lo que os proponeis, porque es siempre peligroso para el alma el ir a vivir en países donde a uno no le conocen y encuentra, por lo tanto, menos reparo para abandonar las prácticas religiosas y disiparse en las costumbres, y porque, además, la Patria, si ha de restaurarse, necesita del esfuerzo de sus hijos, y si vosotros os ausentáis, pierde dos de los buenos, que han de ser sustituidos por doble número de invasores. No os puedo aconsejar; pero comprendo tenéis motivos sobrados para tomar tan grave resolución.En estas montañas hemos nacido, y nacieron nuestros padres, y nacieron nuestros abuelos y todas las generaciones de antepasados nuestros que se han sucedido desde que por vez primera fueron pobladas. ¡Ellos fueron libres y felices! Pero hoy, esclava nuestra Patria, no es tan grande esta desgracia de la esclavitud, como el ver que los mismos hijos de esta infeliz esclava sobrellevan de buen grado la deshonra y humillación de su Madre e indolentemente soportan las pesadas cadenas, más aún se congratulan y besan la mano del opresor. Y ya sólo en la tierra que pisamos conservamos algo propio de nuestra Patria, que no en el pueblo que la habita; éste ha renegado de su sangre y no quiere reconocer a los hijos de su raza, equiparándolos a los extraños y muchas veces, como hoy hemos visto, postergándolos a ellos, y demostrando predilección por los mismos miembros del pueblo que al nuestro tiene sometido y aherrojado. No me extraña, pues, hijos de mi alma, que os determinéis a dejar vuestra tierra para buscar entre otras gentes lo que en el hogar de vuestra raza se os niega por dárselo al extranjero invasor.” (115-116)

"EL GARGANTÚA MAQUETO"

"El asunto más importante, si hemos de creer a un diario local, de los tratados en la última sesión celebrada por el Ayuntamiento de nuestra villa, fue el referente a la adquisición de un Gargantúa.
Asunto en el que, según reseña de la prensa de la localidad, hicieron un derroche de elocuencia el concejal in extremis señor Rasines y el concejal republicano de R.O. señor Pinillos.
Este último, no contento con haber resucitado los gigantes durante su anterior legislatura, aprovechando la concejalía que le regaló don Tirifilo, ha propuesto se encargue un Gargantúa, acordándolo así por mayoría el Ayuntamiento.
No sin que se opusieran algunos señores ediles, entre ellos el citado señor Rasines, el cual abogó con tanto calor porque no se hicieran caso a las chirenadas de Pinillos, que éste, quemándosele el papelón, dijo que en Bilbao hay muchos gargantúas.
Y el señor Rasines tan fresco, sin pedir una manga de riego ni siquiera un mal jarro de agua.
Quiere decirse, pues, que tendremos Gargantúa.
Con lo cual ya pueden alegrarse los chiquillos y también algunos grandes, como el señor Pinillos dijo.
Ahora lo que preocupa hondamente al padre de la criatura ¡de tamaño!, de tal suerte y manera que le quita el sueño y el apetito, es el carácter que ha de tener el personaje en cuestión. Qué va a ser, egipcio, turco, ruso o alemán.
Alguien ha dicho que era cosa resuelta el que representara un aldeano del país.
Este servidor de ustedes, respetando siempre las opiniones de los demás, entiende que el Gargantúa ese debe ser la representación genuina, exacta y perfecta del maqueto.
Vístasele con una gorra de pelo, de esas que usan por allá, en tierra de Burgos o de Soria, y una capa de paño raído, grande y llena de remiendos, y póngasele sobre las espaldas un par de alforjas. Así, y sólo así, debe de ser el Gargantúa.
¿Por qué?
Pues sencillamente porque para gargantúas ahí están ellos, los maquetos, dispuestos siempre a tragarse todos los empleos, cargos, oficios y canongías de Vizcaya.
Como una plaga se nos han echado encima y han tragado todo lo que había por tragar.
Desde la merlucita frita hasta el mejor destino del pueblo.
¿No les parece a ustedes que tengo muchísima razón?
Pues bien, si el Gargantúa ese ha de representar algo que sea verdad, de lo cual estemos convencidos todos los vecinos, y ha de simbolizar al propio tiempo algo que tengamos por acá de notable, necesaria e irremisiblemente ha de estar vestido de maqueto.
Hacerlo de aldeano del país es no estar en la realidad.
Nuestros aldeanos no tienen tan buenas tragaderas.
Y aunque las tuvieran no hay de qué, por aquello que decimos antes.
En todo caso, si se quiere que ellos sean los tragados, menos mal.
Eso es, al fin y al cabo, lo que está sucediendo en el país.
Con que así, a no engañar a las gentes.
Hágase cuanto antes el Gargantúa ese, en la forma que proponemos, y se verá qué buen resultado dá.
Sobre todo si se va buscando que sea capaz de tragarse todo lo que se le ponga por delante.”

En Euskalduna, nº 41, 20 de junio de 1897, por Antón de Munitibar

¡VIVA LA MAKETERÍA DE ELGOIBAR!

"Tal es el grito que proferimos al conocer lo acaecido en la linda villa guipuzcoana con motivo del nombramiento de un veterinario municipal. Vacante dicha plaza por renuncia voluntaria del que la desempeñaba, anunció el Ayuntamiento concurso de aspirantes, exigiéndose, entre otras condiciones, la de que el agraciado habría de conocer el idioma vasco, y estableciéndose la cláusula de que en igualdad de circunstancias serían preferidos los de este país.
Así las cosas, fueron presentadas dos instancias en solicitud de la plaza: una del que ejerce igual cargo en Zarauz y otra del veterinario de Deva. El primero, vasco; el segundo, castellano; el primero, que habla el vascuence; el segundo, que no lo sabe; éste con su práctica profesional, el primero con la suya.
Indudable parecía, por tanto, que el nombramiento recayera en nuestro compatriota el veterinario de Zarauz, pues, aparte de que sus méritos y servicios no desmerecen al lado de los que el otro solicitante pueda alegar, reunía la condición, impuesta como indispensable, de saber vascuence. O sea, hablando más claro: entre los dos aspirantes, el vasco llenaba cumplidamente todos los requisitos exigidos, mientras que al castellano faltábanle, por lo menos, uno de ellos, y no por cierto de escasa importancia, por lo cual debió desecharse su pretensión, no admitiéndose la instancia que presentó.
Mas en Elgoibar, a lo que se ve, las gastan muy pesadas, porque es el caso que reunido el Ayuntamiento acordó unánimemente conferir el cargo de veterinario municipal al solicitante castellano, al que estaba fuera de concurso.
Comentarios... ¿y para qué hemos de hacerlos, lectores? Es tan triste todo esto y nos causa tanta vergüenza tener que registrar ciertos hechos, que en ocasiones preferiríamos que todo se lo llevara la trampa antes de consentir que nuestro pueblo se halle a merced de los caprichos y ambiciones de unos cuantos caballeros particulares que buscan su propio medro causando la desgracia de los demás.
Comentarios... ¿y qué habíamos de decir que no hayamos dicho en mil ocasiones? ¿Que éste es un país que se va? No tal; tengamos fe en sus destinos y trabajemos afanosos en la obra de su reconstitución. Esas disposiciones desatinadas, esos acuerdos que nos hieren, sean otros tantos acicates que estimulen nuestras energías, forzándonos a no cejar en nuestro empeño y a desear que luzca muy pronto en Euskeria el sol de la verdadera libertad.
Y ahora dos palabras al señor alcalde de Elgoibar.
En el momento en que el Ayuntamiento de su presidencia adoptó el acuerdo de nombrar veterinario municipal al castellano señor Chacón y Delgado, un caballero que asistió a la sesión ocupando un puesto en el lugar destinado al público, no pudiendo reprimir sus entusiasmos de patriota, dijo lo que sigue: Apruebo, señores, y viva la maketería de Elgoibar.
Esto que nada tenía de particular, atendido el hecho que motivó tan sencillo desahogo, y el modo de celebrar las sesiones del Ayuntamiento en los pueblos de corto vecindario, fue motivo suficiente para que el señor alcalde detuviera por sí a aquel señor y por su mano le encerrara en la prevención de donde le mandó salir al cabo de algún tiempo, poniéndole en libertad previa solicitud de perdón que le fue impuesta.
Y mire el señor alcalde, su determinación fue bien o mal fundada. En el primer caso no debió haber dado la orden de libertad, ni mucho menos hacer al interesado que demandara perdón. ¿Hubo delito, hubo falta? Pues tribunales hay encargados de declararlo o imponer penas a quienes las merecieren. ¿Que no existía materia penable? En ese caso el arresto era improcedente.
Y por lo que hace a lo del perdón, vamos, que es risible el nuevo procedimiento puesto en práctica por el señor alcalde de Elgoibar. Y a fe que no lo echaremos en saco roto.
Con que viva la maketeria de Elgoibar.
Dicho sea con la licencia del señor alcalde."
En Euskalduna, nº 287, 24 de mayo de 1903

SOCIALISMO Y LOCALISMO

"Llego a cumplir mi ofrenda anual para con La Lucha de Clases, ese semanario en que adiestré mi pluma, en que afilé mi arma antes de esgrimirla en otros campos. Y al llegar esta visita de cada año a este mi viejo rincón, tan lleno de recuerdos, no puede ocurrírseme sino hablar en él de algo que se refiera a ese mi rincón natal, a ese mi Bilbao donde este semanario se publica.
Movimiento internacional, movimiento mundial es el Socialismo, pero en cada nación, en cada comarca, en cada pueblo, tiene que tomar un cierto tono y preocuparse de las cuestiones especiales que a aquella nación, a aquella comarca o a aquel pueblo agitan e interesan. Otra cosa no sería sino cernerse en abstracciones vanas, hacer álgebra en vez de hacer aritmética social. En la vida hay que sumar con números y no con letras. Demasiado se ha cernido el Socialismo en problemas abstrusos y demasiado ha sufrido las consecuencias del espíritu sobradamente metafísico del robusto pensador que le dió su fórmula más comprensiva.
Y ahí, en Bilbao, se presenta un problema, y es el del llamado nacionalismo o bizkaitarrismo, que estaría mejor llamar bilbainismo, y frente a él y respecto a él es menester que los socialistas, además de adoptar la franca posición que han adoptado, adopten otra de estudio. Con sólo observar que ese llamado nacionalismo surte sus filas principal y casi exclusivamente con hijos de la clase media, se ve bien no poco de sus tendencias, pero es preciso mirar más de cerca y ver si hay en ellas algo de aprovechable.
El llamado nacionalismo bizkaitarra implica una protesta contra un estado de cosas existentes y, sea cual fuere el remedio que quiere dar al mal de que se queja, es un deber del socialismo vizcaino el de estudiar el fondo de esa protesta. Porque podría muy bien suceder que hubiese no pocos que mientras creen protestar de una cosa, protestasen en realidad de otra muy distinta.
El Socialismo y el bizkaitarrismo han seguido en Bilbao una marcha paralela, aunque oponiéndose, pero es menester no perder de vista que una de las más hondas colaboraciones entre las ideas es la colaboración por oposición.
El llamado nacionalismo vasco no sabe lo que quiere. Es un movimiento sentimental, a las veces pasional, pero no es algo que puede formularse en programa político, y menos en progrmaa social. Todas las formulaciones que de él se han dado hacen reír de puro candorosas y no pueden satisfacer sino a espíritus infantiles, rebostantes de inocencia mental, que se contentan con cuatro vagos lugares comunes y una historia fantástica. Lo de volver al régimen del año tal o cual es una ocurrencia tan soberanamente pueril que resulta extraordinariamente amena. En cambio, lleva ese movimiento pasional consigo cierta poesía, cierto ímpetu, cierto misterio de que, hay que confesarlo, no abunda el Socialismo.
Y, ¿no cabría traducir el Socialismo al espíritu vasco? No quiero decir al vascuence, nada de eso, sino al espíritu vasco. A la mejor y mayor expansión del Socialismo en Vasconia le ha perjudicado el que los más de sus primeros apóstoles y propagandistas ni eran del país ni conocían el espíritu de éste. Y no hay modo de hacer fructificar una doctrina, por universal que sea, sino sólo injertándola en sentimientos locales.
Y basta. El que quiera entender, que entienda."
Miguel de Unamuno, en La Lucha de Clases, nº 597, 24-IV-1906
La cuestión principal, a mi entender, en este artículo, está en dirimir qué quiere decir Unamuno con "espíritu vasco". Porque, como se ve, descarta de ello al vascuence: "nada de eso". Por lo tanto, ¿de qué nos habla aquí el autor?
Y por lo que respecta a la ausencia de gentes del país en el socialismo, es cierto que en la primerísima hora del socialismo vizcaíno, el de los Perezagua y demás, no había vascos, salvo Felipe Carretero, que hablaba euskera, como sabemos por Antonio Rivera en su libro Señas de identidad: izquierda obrera y nación en el País Vasco 1880-1923. Pero en la época en la que escribe Unamuno ya se sabía de los Meabe, Madinabeitia, Amuátegui y demás pioneros nativos del socialismo vasco. Por lo tanto, ¿a qué se refiere Unamuno con el "espíritu vasco" que necesitan los socialistas vascos para entender mejor lo que pasa aquí?

EFECTOS DE LA INVASIÓN

"Entre el cúmulo de terribles desgracias que afligen hoy a nuestra amada Patria, ninguna tan terrible y aflictiva, juzgada en sí misma cada una de ellas, como el roce de sus hijos con los hijos de la nación española.
Ni la extinción de su lengua, ni el olvido de su historia, ni la pérdida de sus propias y santas instituciones e imposición de otras extrañas y liberales, ni la misma esclavitud política que hace más de once lustros padece, la equiparan en gravedad y trascendencia.
(...)
Nada importa, pues, la extinción de nuestra lengua; nada, el olvido de nuestra historia; nada, la pérdida de nuestras propias y santas instituciones y la imposición de las extrañas y liberales; nada, esta misma esclavitud política de nuestra Patria; nada, absolutamente nada, importa todo eso, en sí considerado, al lado del roce de nuestro pueblo con el español, que causa inmediata y necesariamente en nuestra raza ignorancia y extravío de inteligencia, debilidad y corrupción de corazón, apartamiento total, en una palabra, del fin de toda humana sociedad.
(...)
...pero ya hoy, perdida su independencia, y con ella sus leyes y gobierno propios, borradas han quedado las fronteras que la apartaban de la familia española, rota y deshecha la barrera que a una de otra separaba y establecida la íntima comunicación de ambos hogares; y en el solar de la familia euskeriana penetra la española a título de amiga, y de amiga pasa luego a pariente, y con la confianza que la amistad y el parentesco inspiran se hablan sin recelos sus inteligencias, se comunican sus corazones, se compenetran sus espíritus; y el criterio extraviado vence y ahoga al buen sentido moral, la malicia a la bondad, a la verdad el error, la corrupción a la pureza, la vileza a la dignidad, el vicio a la virtud, el mal al bien; y el mal sienta sus reales en nuestras poblaciones y desde ellas extiende sin tropiezos sus conquistas, y transpone los ríos y se extiende por los valles y penetra en los barrancos y trepa las laderas, y ya la familia euskeriana, acosada y estrechada por la impetuosa invasión, va viendo perecer, arrollados en el inmundo torbellino, a todos sus hijos, no quedándole ya libre del general naufragio más que la cumbre de sus más altas montañas, cuna de nuestra raza.
(...)
Y muerto y descompuesto así el carácter moral de nuestro pueblo, ¿qué le importa ya de sus caracteres físicos y políticos? Si hoy con la invasión española coexistieran éstos, y nuestra lengua, en vez de desaparecer rechazada por la extranjera, fuese adquirida y usada por el invasor, y no hubiese euskeriano que no conociera la historia de su Patria, y Euskeria gozase de sus instituciones tradicionales y estuviera cristianamente legislada, y no padeciese infamante yugo sino disfrutase de la independencia política más absoluta, pero el hijo de España fuera cual hoy considerado como hijo de una misma sociedad y hermano, y como hermano y conciudadano fuese recibido en el hogar de Euskeria, ¿qué valor tendría todo aquello al lado del carácter social naturalmente religioso y moral del euskeriano, que a pesar de todo, habría de corromperse, realizada la simultaneidad que suponemos, al contagio del carácter social del español, naturalmente impío e inmoral? ¿De qué le aprovecharía su antigua y bella lengua, ni el recuerdo de su historia, ni sus sabias instituciones, ni su independencia política, ni su católica legislación siquiera, si ya, antes de sentirse los resultados de ésta, el roce íntimo y fraternal de la sociedad española descarriaba las inteligencias de sus hijos, podría [sic] sus corazones y mataba sus almas?
(...)
La sociedad euskeriana, hermanada y confundida con el pueblo español, que malea las inteligencias y los corazones de sus hijos y mata sus almas, está, pues, apartada de su fin, está perdiendo a sus hijos, está pecando contra Dios.
No insultamos al pueblo español, no intentamos ofender a nadie: sólo queremos salvar a nuestra Patria. Somos hijos de una raza desgraciada, somos miembros de una extraviada sociedad, y estamos en el deber de encaminar a su fin a la sociedad en que vivimos y de procurar la felicidad de la raza a que pertenecemos... (...) Y si publicamos la degradación del carácter español, es porque el euskeriano vea en su roce con ese pueblo la causa de su rebajamiento moral, y si afirmamos la independencia de nuestra raza, la afirmamos como necesaria e ineludible para evitar el mortal contagio y salvar a nuestros hermanos, a nuestra familia, a nuestra Patria.
La material inmigración del pueblo español en Euskeria ningún daño moral o muy poco considerable acarrearía, en efecto, si el español no fuera recibido acá como conciudadano y hermano sino como extranjero. Fuese independiente Euskeria y, aparte de que el número de españoles que aquí inmigrasen sería muy contado, los que vinieran vendrían como extranjeros y, como extranjeros, estarían siempre aislados de los naturales en aquella clase de relaciones sociales que más influyen en la transmisión del carácter moral, cuales son el culto, las asociaciones, la enseñanza, las costumbres y la amistad y trato: y entonces esa separación sería tan marcada como la que ordinariamente existe entre los naturales y ciudadanos de un país y los extranjeros, cuando, ya independiente Euskeria, legislase en los primeros tiempos de su libertad y restauración como fuese necesario para borrar de raíz los desastrosos efecdtos sociales de la pasada dominación española y aún aquellas influencias de la misma tan sólo indiferentes.
(...)
No es, no, el liberalismo del gobierno y las leyes actuales de la nación dominadora la causa inmediata y principal de la perversión de nuestro pueblo. No, y mil veces no. Multitud de españoles, repetimos, llegan a nuestra Patria sin haber sentido los efectos de aquel gobierno y aquella legislación, y sin embargo, multitud de euskerianos que tampoco aún los han sentido, pierden sus más bellas cualidades y se pervierten al contacto con los invasores. Los españoles que acá inmigraron pocos años después de la liberalización del estado español, nos trajeron el mismo carácter y las mismas costumbres que los que inmigran ahora. El mal no es, pues, reciente. El liberalismo teórico o doctrinal se aprende, porque es sistema moral y político; pero el práctico está en la misma naturaleza humana, empezó con el pecado original y está expreso en muchos, latente en todos: manifiesto está en el carácter y en las costumbres del español, y al contacto del hijo de España con el euskeriano, se enciende y manifiesta en éste y altera su carácter y sus costumbres.
Yerran, pues, los euskerianos católicos que piensan salvar a Euskeria uniéndola a España. La sociedad euskeriana se pierde en su contacto con la española, y es preciso aislarla hoy en lo posible, para salvar a sus miembros; y para salvar a los venideros, aislarla mañana en absoluto por medio de la independencia política. El carlismo, el integrismo y el moderno regionalismo católico no podrán jamás salvar a Euskeria, porque desde el momento que establecen la íntima unión social del pueblo euskeriano con el español, se oponen a que aquél cumpla su fin, sirvan sus hijos a Dios y salven sus almas.
(...)
Y es oportuno prefijar desde luego cuáles son la Religión y la Moral en cuyos preceptos hubiesen de informarse nuestras instituciones, porque si actualmente no hay más que un partido nacionalista, que es por fortuna íntegramente católico y el único que puede derivarse de nuestra tradición política, no sería imposible, sino muy fácil, dado el actual relajamiento, que el día que la idea de la separación material de España se propagase en nuestro pueblo, surgiera, inspirado por infames logias, algún partido que, con capa de patriotismo, pretendiese liberalizar nuestra constitución y el carácter social de nuestra raza, y fuese por lo tanto no ya nacionalista, pues carecería de derecho su bandera, sino verdaderamente separatista y más enemigo de Euskeria que la misma España.
(...)
Mas no contrarresten e inutilicen nuestro esfuerzo y nuestra acción, ¡por Dios se lo rogamos!, nuestro Clero y las Órdenes Religiosas que en nuestra tierra se hallan establecidas. Medítenlo seriamente y habrán de comprender cómo el roce del pueblo euskeriano con el español corrompe a aquél, y cómo, por tanto, están uno y otras en el ineludible deber de trabajar en todos los órdenes por evitarlo en lo posible. No pretendemos que apoyen la política nacoinalista; que nuestro partido ni aún recibe como afiliados a sacerdotes: únicamente les pedimos respetuosamente no nos combatan; les suplicamos prediquen sólo el Evangelio, no prediquen la sumisión a España; y limitámonos a señalarles el roce con el pueblo español como causa de una gran desgracia moral por todos conocida y a pedirles procuren atajar la perniciosa infección. Se trata de salvar almas: perecen las de nuestros hermanos... ¡Ay de aquel que de obra, de palabra o por omisión coopere a ello!
(...)
Un hijo del estado euskeriano hoy más azotado por la invasión, y natural del más invadido pueblo de él, un oscuro bizkaino, fue quien dio el grito: cierto. Mas no miréis si el que lo dio era seglar o autoridad eclesiástica, ignorante o sabio, pobre o rico, joven o de edad madura.No preguntéis quién ha dado la voz. Es la voz de la razón y la justicia, y esto debe bastaros."
[Reproducción parcial del artículo del mismo título de Sabino Arana Goiri en Baserritarra, 11-7-1897]

INMIGRANTES O INVASORES

"Son tiempos en los que, al parecer, se habla de modo resolutivo y en los que se eleva la voz para que se oiga alto y claro. Tiempos en los que tanto en una parte, como en la otra, se enervan los tonos y se cantan las íntimas verdades que cada uno ha tenido siempre acalladas, silenciadas y hasta amordazadas porque su sonido podría romper estrategias, destrozar tácticas y, sobre todo, avergonzar a las generaciones de antaño y de hogaño. Hoy, ahora, como siempre, es incorrecto políticamente decir la verdad lisa y llana que impide objetivamente a Euskal Herria alcanzar democráticamente su plena soberanía.Durante el pasado Aberri Eguna Xabier Arzalluz, y que sirva de precedente de aquí a la eternidad, dijo su verdad con la que estoy básicamente de acuerdo, aunque vaya por delante que siempre he creído y creo en aquella definición de «pueblo trabajador vasco» que, desde el nacionalismo y desde la izquierda vasca no sólo huía del racismo y de ideas excluyentes sino que, todo lo contrario, buscaba precisamente acoger bajo una patria vasca a todos aquellos que habían elegido esta tierra para vivir.Creo, no obstante, que aquella idea humanista y progresista que es común en la izquierda abertzale no se ha plasmado con el éxito práctico que hubiera podido alcanzar en otra nación y en otro Estado cualquiera. Quienes hemos pasado nuestra existencia pensando en que los habitantes que vivan y trabajen en Euskal Herria son vascos, hemos alimentado una bonita ilusión por la que debemos seguir luchando, pues no por haberlo intentado hemos logrado que todos los ciudadanos se sientan y sean vascos.Hablemos claro. Esta tierra fue una gran oportunidad para que el gran español pudiera invadirla de la manera más sibilina que se conoce en la historia, pues, en definitiva, Euskal Herria fue ocupada por los hombres y las mujeres más inocentes y más pobres de las tierras más inhóspitas de España. Fue «invadida», permítaseme el verbo, por aquellos que se vieron arrojados como hormigas malqueridas de aquel país. Hombres y mujeres que vinieron a Euskal Herria y que también fueron explotados, como el resto de la clase trabajadora vasca, pero que también lograron sobrevivir y recobrar su dignidad con su trabajo y existencia en esta nación. Estaban, como lo están quien en el futuro miren a este pueblo como tierra donde asentarse, en su pleno derecho, pero al mismo tiempo no debemos olvidar que objetivamente la inmigración cumplió con el oscuro objetivo de diluir, hasta casi la destrucción, una nación a la que vinieron en aluvión hablando español y pensando en español, porque Euskal Herria era para ellos un trozo más de España. Y esto se llama avasallamiento.Cuando desde el alma rota de los vascos brotaban las primeras lágrimas por el euskara y por su cultura milenaria mancilladas y troceadas, Antonio de Nebrija hacía ideología cuando escribía la primera gramática llamándonos brutos descristianizados; y cuando reivindicábamos por nuestros fueros reducidos a la mínima expresión, Cánovas del Castillo descubrió aquello de que la «fuerza es el derecho», una máxima que siempre ha valido para los mandamases de Madrid, pero que siempre que lo ha utilizado Euskal Herria ha sido calificado de «terrorismo». Y esta filosofía estaba y está en la inmigración española en Euskal Herria, en aquellos que cuando se les hablaba en euskara ordenaban imperativamente lo de «háblame en cristiano». ¿Acaso los emigrantes españoles les espetaban de igual modo a los ciudadanos alemanes en Hamburgo cuando les hablaban en alemán?Los inmigrantes ayudaron, efectivamente, a levantar la economía vasca... de España y han colaborado al enriquecimiento de los grandes capitalistas vascos... de España. Desde su conciencia ideológica de una e indivisible patria española, mantenida, alimentada y alentada desde siempre por los sindicatos y partidos nacionalistas españoles (PSOE, PCE, UGT, CCOO y otros que ayer fueron Falange y hoy son PP) han contribuido, inconsciente y conscientemente, al intento de la destrucción nacional de Euskal Herria.Son muchos los que a pesar de estar domiciliados en ciudades y pueblos vascos viven en España y, además intentan imponer a sus vecinos euskaldunes su cultura española de vivir, y muchos son los que una vez instalados en la fama y en el reconocimiento profesional pasean españolidad en los mo- mentos de éxito y risas, y sólo se reclaman vascos a la hora de machacar públicamente al nacionalismo vasco desde foros como el de Ermua y desde espíritus como el de Vallecas.No obstante, y a renglón seguido debemos añadir que también son muchos los que dejaron de ser emigrantes españoles para ser vascos, euskaldunes y dar su vida por una Euskal Herria libre, sin olvidar sus raíces, tan honradas y respetables como las de cualquiera. Son muchos los que, llegados desde otras tierras han contribuido a enriquecer nuestra cultura y defender su identidad, que es la suya. Euskal Herria se ha entreverado desde hace miles de años, pero esto no ha sido obstáculo para que sienta su identidad diferenciada. Es más, el milagro vasco está precisamente en su inteligente permeabilidad que le ha facilitado la asimilación de otras lenguas y otras culturas sin tener por ello que perder su propia personalidad.Y es que el meollo de la cuestión no está en si la inmigración fue o no perversa, aunque objetivamente así lo parezca o así lo fuera. La perversidad consistió y consiste en el sostenimiento de la logística ideológica que a todas y cada una de las oleadas de emigrantes españoles les fue aportada, para que no perdieran su esencia nacionalista española en detrimento de las señas de identidad vascas. La perversidad está en que, desde siempre, los sucesivos gobiernos de Madrid, han querido convertir a sus pacíficos e inocentes inmigrantes en invasores, y, con la justificación de defenderlos, por ser rehenes de una ideología imperial española, amenazar permanente y constitucionalmente con las armas a todos aquellos que luchaban por la soberanía de Euskal Herria. La maldad está, como desde el más puro racismo afirma Rosa Díez, en cantar las alabanzas del «mestizaje» (lo que equivale a reconocer varias razas ) para así auparse en el «criollaje», que es lo que siempre la gran España hizo en todas sus tierras conquistadas.El elemento esencial del conflicto en Euskal Herria, desde siempre, no está ni en el racismo ni en la xenofobia; está en que el nacionalismo español nunca ha consentido que aquí, en esta tierra, se integraran como vascos a todos los seres humanos que en ella y de ella viven, pues su mala idea partía y parte de una verdad objetiva, contundente, universal y que también el nacionalismo vasco conoce: si los inmigrantes son integrados lingüística y culturalmente allí donde les lleve su necesidad de supervivencia es porque en el lugar donde esto ocurre, existe una nación soberana. Sólo al nacionalismo español conviene que los inmigrantes lo sigan siendo."
[Reproducción del artículo del mismo título de Jabier Salutregi Mentxaka, en el periódico Gara, 3-4-2000]
RESPUESTAS DE "LA IDENTIDAD MAKETA":
* Los nacionalistas vascos no acaban de interiorizar el sencillo hecho de que el País Vasco y Navarra, cuando los inmigrantes llegaron aquí en grandes oleadas a finales del XIX (auténtica invasión), no eran entidades políticas independientes. El nacionalismo surge a raíz de la llegada de los inmigrantes aquí. Lo que hay antes que se le parezca, los precedentes del nacionalismo son sólo eso, precedentes. Este es el hándicap principal que motiva y lastra en sus razonamientos, a mi juicio, el artículo que abre esta entrada.
* Una nueva identidad para los que llegan.
El inmigrante, a juicio del autor, o se convierte en vasco (es a lo que aspira siendo "inmigrante") o permanece siendo español (es lo que le corresponde como "invasor"). Aquí se entiende por vasco al individuo del País Vasco o Navarra que lucha por la independencia. Y español sería, en buena lógica todo lo contrario.
Pero ocurre que el inmigrante que viene de otras partes de España adquiere, por así decir, una nueva identidad. Una identidad distinta a la que tenía en sus lugares de procedencia. Identidad que viene dada por dos rasgos singulares: primero, el de salir del pueblo, el del desarraigo; segundo, el de contactar con el vasco. Ambos rasgos son desconocidos para los que se quedan en los pueblos expulsores de inmigración y constituyen, a mi juicio, la raíz de la identidad maketa.
* Para el nacionalismo vasco, o se es vasco o se es español.
Pero ocurre que los inmigrantes que llegan aquí no llegan de España en general, llegan de unos pueblos muy concretos de procedencia. No es lo mismo el que viene de Galicia, que el que viene de Extremadura, que el que viene de Andalucía o de La Rioja o de León o de Asturias. Cada uno de ellos trae su bagaje peculiar. Pero todos ellos tienen algo en común entre sí, lo que decíamos antes: el desarraigo y el contacto con el vasco. Como también tienen en común un mismo origen cultural y social con sus pueblos respectivos, con las gentes que quedaron allí. Que todos los inmigrantes tengan un carácter español que les identifica, sí, siempre que a la vez se considere lo que les separa, lo que les diferencia; no, siempre que se quiera uniformizar a todos los inmigrantes en unos mismos caracteres tipológicos o folklóricos de lo español.
Seguiremos.