BIZKAITARRISMO

“En la sesión que celebró el viernes de la pasada semana nuestro incomprable concejo, y al tratarse de la manera como ha de proveerse una plaza de ayudante de obras públicas, el profundo estadista y trascendental político señor Mogrovejo, de pura raza vasca por sus sesenta y cuatro costados, propuso se exija como condición para poder concursar a dicha plaza la de ser vizcaíno. Puesta a votación propuesta tan estupenda, hubo empate y se dejó para otra sesión el resolverla.
Ha sido el segundo cañonazo. El primero fue aquel de que para poder ingresar en la escuela de sordomudos hay que ser hijo del país.
La peste del bizkaitarrismo está difundida aquí por toda la burguesía indígena, y se difunde más y más cada día a favor de la general ignorancia de nuestra historia y del profundo desconocimiento de toda doctrina sociológica.
Lo que ha propuesto el señor Mogrovejo y han votado la mitad de los asistentes a la sesión citada es la barbaridad más barbaridad que puede brotar de cabeza humana. Tiéndese aquí hace tiempo a establecer diferencias entre los vecinos naturales de la villa y los vecinos no naturales, como si éstos no contribuyeran lo mismo que aquéllos a levantar las cargas públicas. Y aún hay más, y es que los principales motores de todo este movimiento son propietarios indígenas, y sabido es que aquí son los que relativamente contribuyen menos al levantamiento de las cargas públicas. Puede afirmarse, sin temor a ser desmentido, que en Bilbao es la clase obrera la proporcionalmente más recargada de impuestos, y puede también afirmarse que es en la clase obrera donde más abundan los maquetos, luego son los maquetos los que más contribuyen a los gastos públicos.
Para pagar todos somos lo mismo, mejor dicho, los de fuera resultan por arte de birlibirloque más paganos, pero para aprovecharse enseguida vienen las distinciones.
Por supuesto, que es trabajo perdido el que se emplee en querer convencer a esas cabezas de granito, al servicio de espíritus de corcho, de que lo conveniente para todos es buscar para las funciones y empleos públicos los más aptos, sean de donde fueren. En un país tan atacado de las mil y una formas de la lepra del proteccionismo, todo trabajo racional es estéril.
La doctrina del señor Mogrovejo es salvaje en sentido estricto, es decir, propio de los pueblos en estado de salvajismo, sea inicial, sea por retroceso. Y aquí la desproporción entre la civilización externa y la cultura interna, el que corra un tranvía eléctrico ante los ojos de un cerebro estancado en ideas muertas, ha traído un íntimo salvajismo por atavismo. No hay derechos más que para los miembros de la misma tribu.
Hubo concejal que sostuvo que el concurso debía ser libre por tratarse de arte y de artistas. ¿Con que por tratarse de arte y artistas? ¿Y lo demás no? Sería conveniente que ese ingeniosísimo concejal nos dijera qué es lo que entiente por arte y artistas, y por qué ha de estar abierto todo trabajo al que resulte más apto, sea de donde fuere, más que en el caso de ser artista. Al excluir de derechos protectores al arte, ¿es que cree ese señor concejal que no siendo producto de aquí conviene abrir la mano hasta que se aclimate?
¡Cuánta majadería, santo Dios, cuánta majadería!
Y es lo peor que esto va poniéndose insoportable bajo el influjo de esa oligarquía de propietarios y de los restos de los antiguos jaunchus e hidalgüelos que vislumbran la más terrible de las expiaciones: la de tener que trabajar para comer.
Y propalan mentiras, falsean los hechos, desfiguran la historia y hasta se atreven a echar la culpa al forastero de sus propios vicios y de sus propias imbecilidades.
¿Sabrá Mogrovejo qué es lo que ha propuesto? Lo dudamos mucho. De seguro que ni tiene idea del alcance de su proposición, como no la tienen los topos que la han apoyado. ¿Qué verdad encierra aquella simbólica sentencia de que «Dios ciega a los que quiere perder»!
Cuando de un pueblo se borra el sentimiento de la justicia, sus riquezas sólo le son de perdición.”
[Reproducción del artículo del mismo título de Miguel de Unamuno en La Lucha de Clases, 4-7-1896]

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